Lunes 18 de julio. Día del Misionero Diocesano.
Presidida por nuestro Obispo, D. Luis Quinteiro Fiuza, y un grupo de sacerdotes, la mayoría de ellos misioneros retornados, entusiastas animadores de la misión en sus parroquias, comenzamos el Encuentro con la celebración de la Eucaristía de
Acción de gracias por nuestros Misioneros y Misioneras Diocesanos que, enviados Ad extra, continúan siempre serenos y valientes, a pesar de que los años pasan, y el tiempo no perdona… su labor evangelizadora a menudo en medio de dificultades y peligros, tratando de ser en toda situación, iconos de la misericordia y la ternura del Padre, entre tantos hermanos necesitados de cercanía, de ayuda, de fe y confianza en un Amor que de sentido a sus vidas.
Como nos dice el Papa Francisco, “La Iglesia «vive un deseo inagotable de brindar misericordia». Tal vez por mucho tiempo nos hemos olvidado de indicar y de andar por la vía de la misericordia. Por una parte, la tentación de pretender siempre y solamente la justicia ha hecho olvidar que ella es el primer paso, necesario e indispensable, la Iglesia no obstante necesita ir más lejos para alcanzar una meta más alta y más significativa.” (MV 8,10)
Terminada la Eucaristía, nos
reunimos, junto con algunos familiares, amigos, voluntarios … en un simpático y
fraterno encuentro en el que pudimos compartir nuestras experiencias personales
en el campo de la misión en diferentes continentes y contextos, así como la realidad y situación de algunos países en
conflicto y, cómo no, la necesidad y urgencia de “ser
evangelizadores y misioneros” en el aquí y ahora de nuestra diócesis, misión a
menudo más difícil y menos agradecida que en los territorios de misión.
Y, como toda buena fiesta,
comienza y termina en torno a la mesa, nos fuimos juntos a comer en un
restaurante cercano, momento importante para seguir los diálogos iniciados,
conocernos mejor, y hacer realidad el sueño de continuar el trabajo de
animación misionera en la diócesis. Fue un bonito día de acción de gracias y de
comunión fraterna.